martes, 24 de mayo de 2016



Practica la justicia. Deja tu huella.

Día de la Caridad 2016

La campaña de Cáritas Ama y vive la justicia nos invita a salir al encuentro de los demás, a dar gratis nuestra propia vida, a dejarnos tocar y desgastar. En el día de la Caridad y en todo momento, estamos llamados a dejar huellas de justicia y de fraternidad, de amor que se conmueve ante el dolor y el sufrimiento humano. 

Con esta campaña, queremos practicar un estilo de vida que nos lleve a ser agentes de transformación de nuestra sociedad, en los barrios, en todos los ámbitos, personales, laborales, familiares, y en todos los espacios donde convivimos con otros, así como a cuidar de nuestro planeta, nuestra casa común.

Si somos capaces de lograr un equilibrio entre nuestra forma de vivir, de pensar y de actuar, lograremos mejorar nuestro entorno haciendo posible que nuestra huella sea sostenible y solidaria, capaz de transformar la realidad. 








DEJA HUELLAS DE JUSTICIA A TU PASO:

         Huella de denuncia social

       Huella de consumo responsable y colaborativo

        Huella sostenible y responsable con el medio ambiente

         Huella de paz y no violencia

         Huella de integración de lo diferente

          Huella de defensa de los derechos



Los obispos de la Comisión Episcopal de Pastoral Social hacen público el mensaje con motivo de la celebración de la festividad del Corpus Christi, Día de la Caridad, que se celebra el 29 de mayo de 2016.

 La Eucaristía nos configura con Jesús compasivo y misericordioso
 Al celebrar la fiesta del Corpus Christi en el marco del Jubileo Extraordinario de la Misericordia, la contemplación y adoración del Señor en el sacramento de la Eucaristía nos ayuda a crecer y avanzar en el camino de la compasión. Este camino, recorrido por Jesús hasta el extremo, se hace presencia y memoria permanente para nosotros en este sacramento.


Frente al descarte, una cultura de la compasión
Contemplando el misterio de la Eucaristía y configurados por él, apostamos por una cultura de la compasión. Una cultura con unos rasgos que la identifican y unas implicaciones prácticas que queremos señalar
1.      Estar atentos: La compasión nace de tener ojos abiertos para ver el sufrimiento de los otros y oídos atentos para escuchar su clamor.

2.      Acercarnos: Es un criterio que subraya Francisco: «La proximidad como servicio al prójimo, sí; pero la proximidad también como cercanía».

  1. Salir al encuentro: «[El camino de la Iglesia es] no sólo acoger e integrar, con valor evangélico, a quienes llaman a la puerta, sino salir a buscar, sin prejuicios y sin miedos, a los alejados, manifestándoles gratuitamente aquello que también nosotros gratuitamente hemos recibido».
  1. Curar las heridas: Ante el sufrimiento no basta la indignación. Tampoco basta acoger. Hay que curar las heridas, aliviarlas con el óleo de la consolación, vendarlas con la misericordia y curarlas con la solidaridad y la debida atención.
  1. Acompañar: «La compasión auténtica se hace cargo de la persona, la escucha atentamente, se acerca con respeto y verdad a su situación, y la acompaña en el camino. El verdaderamente misericordioso y compasivo se comporta como el buen samaritano»
  2. Trabajar por la justicia: «Practica la justicia, ama la misericordia y camina humildemente con tu Dios» (Mi 6,8). Este precioso mensaje del profeta Miqueas es recogido por Cáritas en el lema de su campaña institucional «Vive la caridad, practica la justicia», recordándonos así que la primera exigencia de la caridad hecha compasión es la justicia.
La cultura de la compasión implica la vivencia de unas actitudes concretas:
En primer lugar, la libertad: «La lógica del amor no se basa en el miedo, sino en la libertad, en la caridad, en el sano celo (…)
 En segundo lugar, superar la lógica de la ley y entrar en la lógica de la misericordia.
Por último, Verificar la autenticidad de nuestro culto en la práctica de la justicia y de la compasión.

(Extracto del Mensaje con motivo de la celebración de la festividad del Corpus Christi, Día de la Caridad)



CARTA DEL SR. OBISPO 

LA EUCARISTÍA NOS CONFIGURA CON JESÚS COMPASIVO Y MISERICORDIOSO

Carta con motivo de la celebración del día de Caridad

Hermanos:
            La fiesta del Corpus Chirsti, de tanta raigambre y tradición en nuestros pueblos, nos invita a mirar con ojos de compasión y misericordia a nuestros hermanos más pobres y necesitados. Su pobreza material o espiritual es un reflejo de las injustas estructuras humanas que dejan al margen de la historia a muchos hombres y mujeres. Ellos revelan la debilidad de nuestro ser y de nuestra sociedad. Porque, al fin y al cabo, su  situación es así porque otros seres humanos acaparan los bienes, se corrompen utilizando en beneficio propio lo que es de todos o aprueban leyes que protegen a los que más tienen en detrimento de quienes tienen menos.

            El Papa Francisco nos recuerda en muchas ocasiones que así como Dios Padre escuchó el clamor de su Pueblo cuando peregrinaba por el desierto, así también la Iglesia debe escuchar y atender a los gritos de dolor y angustia que salen de la boca de tantos refugiados que huyen de las guerras que ellos no han provocado, de los inmigrantes que buscan salir de la hambruna material y espiritual, de los parados que se sienten inútiles a la sociedad, de los transeúntes que vagan de un lado para otros sin casa ni hogar, de menores explotados y sin hogar, de mujeres maltratadas y de ancianos arrinconados. ¡Tantos y tantos hermanos sufren entre nosotros!

            Comencemos por el primer paso que es: vencer nuestra indiferencia ante la situación que viven los pobres. Superamos la indiferencia en la medida en que nos interesamos por sus problemas, los sentimos como nuestros y ponemos los medios necesarios  -junto con instituciones como Cáritas- para solucionarlos. 

            Los obispos de la Comisión de Pastoral Social, en el Mensaje para este día, nos invitan  a construir una cultura de la compasión que implica estar atentos a los problemas del otro, acercarnos y tocar con nuestras manos la pobreza, a  salir al encuentro sin miedo, a curar las heridas que  el sufrimiento produce en las personas, a acompañar con misericordia las personas y los procesos de liberación de la esclavitud de la pobreza. En todo caso se trata de trabajar por la justicia recordando las palabras del profeta Miqueas: “Practica la justicia, ama la misericordia y camina humildemente con tu Dios” (Mi 6,8)
            Os invito a celebrar con gozo en esta fiesta la presencia del Señor resucitado bajo las especies del pan y del vino eucarístico. Contemplad mirando a la custodia el   Misterio Eucarístico que contiene al mismo Señor  glorioso; el mismo  que nos amó hasta el extremo de entregar su vida, su sangre y hasta su Madre por amor a todos los seres humanos y el universo entero. Gracias a su entrega redentora por muchos, la humanidad tiene un nuevo horizonte y una nueva dignidad: la de ser hijos de Dios en su Hijo  Jesucristo. Si somos hijos de un mismo Padre, somos hermanos y como tales debemos tratarnos unos a otros en esta casa común que es el mundo.
            Salgamos corriendo a socorrer al necesitado que vive a nuestro lado o al que está lejos como lo hizo la Virgen María cuando se enteró de que su prima Isabel la necesitaba. Entreguemos al hermano necesitado en el que también está el Señor nuestro tiempo, nuestra vida y también nuestro dinero para que logremos un día vivir como hermanos que construyen la cultura del amor y convierten el mundo en una verdadera familia.
                        Con mi afecto y bendición.


+ Juan Antonio, obispo de Astorga
             
           


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