Practica la justicia. Deja tu huella.
Día de la Caridad 2016
La campaña de Cáritas Ama y vive la justicia nos invita a salir al encuentro de los demás, a dar
gratis nuestra propia vida, a dejarnos tocar y desgastar. En el día de la
Caridad y en todo momento, estamos llamados a dejar huellas de justicia y de
fraternidad, de amor que se conmueve ante el dolor y el sufrimiento humano.
Con esta
campaña, queremos
practicar un estilo de vida que nos lleve a ser agentes de transformación
de nuestra sociedad, en los barrios, en todos los ámbitos, personales,
laborales, familiares, y en todos los espacios donde convivimos con otros, así
como a cuidar de nuestro planeta, nuestra casa común.
Si somos
capaces de lograr un equilibrio entre nuestra forma de vivir, de pensar y de
actuar, lograremos mejorar nuestro entorno haciendo posible que nuestra huella sea
sostenible y solidaria, capaz de transformar la realidad.
DEJA HUELLAS DE JUSTICIA A TU PASO:
Huella de
denuncia social
Huella de
consumo responsable y colaborativo
Huella
sostenible y responsable con el medio ambiente
Huella de
paz y no violencia
Huella de
integración de lo diferente
Huella de
defensa de los derechos
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Los obispos
de la Comisión Episcopal de Pastoral Social hacen público el mensaje con motivo
de la celebración de la festividad del Corpus Christi, Día de la Caridad, que
se celebra el 29 de mayo de 2016.
La Eucaristía nos configura con Jesús
compasivo y misericordioso
Al celebrar la fiesta del Corpus
Christi en el marco del Jubileo Extraordinario de la Misericordia, la
contemplación y adoración del Señor en el sacramento de la Eucaristía nos ayuda
a crecer y avanzar en el camino de la compasión. Este camino, recorrido por
Jesús hasta el extremo, se hace presencia y memoria permanente para nosotros en
este sacramento.
Frente al
descarte, una
cultura de la compasión
Contemplando
el misterio de la Eucaristía y configurados por él, apostamos por una cultura
de la compasión. Una cultura con unos rasgos que la identifican y unas
implicaciones prácticas que queremos señalar
1.
Estar atentos: La
compasión nace de tener ojos abiertos para ver el sufrimiento de los otros y
oídos atentos para escuchar su clamor.
2. Acercarnos: Es un criterio que subraya
Francisco: «La proximidad como servicio al prójimo, sí; pero la proximidad
también como cercanía».
- Salir al encuentro: «[El camino de la Iglesia es] no sólo acoger e integrar, con valor evangélico, a quienes llaman a la puerta, sino salir a buscar, sin prejuicios y sin miedos, a los alejados, manifestándoles gratuitamente aquello que también nosotros gratuitamente hemos recibido».
- Curar las heridas: Ante el sufrimiento no basta la indignación. Tampoco basta acoger. Hay que curar las heridas, aliviarlas con el óleo de la consolación, vendarlas con la misericordia y curarlas con la solidaridad y la debida atención.
- Acompañar: «La compasión auténtica se hace cargo de la persona, la escucha atentamente, se acerca con respeto y verdad a su situación, y la acompaña en el camino. El verdaderamente misericordioso y compasivo se comporta como el buen samaritano»
- Trabajar por la justicia: «Practica la justicia, ama la misericordia y camina humildemente con tu Dios» (Mi 6,8). Este precioso mensaje del profeta Miqueas es recogido por Cáritas en el lema de su campaña institucional «Vive la caridad, practica la justicia», recordándonos así que la primera exigencia de la caridad hecha compasión es la justicia.
La cultura
de la compasión implica la vivencia de unas actitudes concretas:
En primer
lugar, la libertad: «La lógica del amor no se basa en el
miedo, sino en la libertad, en la caridad, en el sano celo (…)
En segundo lugar, superar la lógica de la ley y entrar en la
lógica de la misericordia.
Por último, Verificar la autenticidad de nuestro
culto en la práctica de la justicia y de la compasión.
(Extracto del Mensaje con
motivo de la celebración de la festividad del Corpus Christi, Día de la Caridad)
CARTA DEL SR. OBISPO
LA EUCARISTÍA NOS CONFIGURA CON JESÚS
COMPASIVO Y MISERICORDIOSO
Carta con motivo de la celebración del día
de Caridad
Hermanos:
La fiesta del Corpus Chirsti, de tanta raigambre y tradición en nuestros pueblos,
nos invita a mirar con ojos de compasión y misericordia a nuestros hermanos más
pobres y necesitados. Su pobreza material o espiritual es un reflejo de las
injustas estructuras humanas que dejan al margen de la historia a muchos
hombres y mujeres. Ellos revelan la debilidad de nuestro ser y de nuestra
sociedad. Porque, al fin y al cabo, su situación es así porque otros seres humanos
acaparan los bienes, se corrompen utilizando en beneficio propio lo que es de todos
o aprueban leyes que protegen a los que más tienen en detrimento de quienes
tienen menos.
El Papa Francisco nos recuerda en
muchas ocasiones que así como Dios Padre escuchó el clamor de su Pueblo cuando
peregrinaba por el desierto, así también la Iglesia debe escuchar y atender a
los gritos de dolor y angustia que salen de la boca de tantos refugiados que
huyen de las guerras que ellos no han provocado, de los inmigrantes que buscan
salir de la hambruna material y espiritual, de los parados que se sienten
inútiles a la sociedad, de los transeúntes que vagan de un lado para otros sin
casa ni hogar, de menores explotados y sin hogar, de mujeres maltratadas y de
ancianos arrinconados. ¡Tantos y tantos hermanos sufren entre nosotros!
Comencemos por el primer paso que es:
vencer nuestra indiferencia ante la situación que viven los pobres. Superamos
la indiferencia en la medida en que nos interesamos por sus problemas, los
sentimos como nuestros y ponemos los medios necesarios -junto con instituciones como Cáritas- para
solucionarlos.
Los
obispos de la Comisión de Pastoral Social, en el Mensaje para este día, nos
invitan a construir una cultura de la
compasión que implica estar atentos a los problemas del otro, acercarnos y
tocar con nuestras manos la pobreza, a salir al encuentro sin miedo, a curar las
heridas que el sufrimiento produce en
las personas, a acompañar con misericordia las personas y los procesos de
liberación de la esclavitud de la pobreza. En todo caso se trata de trabajar
por la justicia recordando las palabras del profeta Miqueas: “Practica la justicia, ama la misericordia y camina humildemente con tu
Dios” (Mi 6,8)
Os invito a celebrar
con gozo en esta fiesta la presencia del Señor resucitado bajo las especies del
pan y del vino eucarístico. Contemplad mirando a la custodia el Misterio Eucarístico que contiene al mismo
Señor glorioso; el mismo que nos amó hasta el extremo de entregar su
vida, su sangre y hasta su Madre por amor a todos los seres humanos y el
universo entero. Gracias a su entrega redentora por muchos, la humanidad tiene
un nuevo horizonte y una nueva dignidad: la de ser hijos de Dios en su
Hijo Jesucristo. Si somos hijos de un
mismo Padre, somos hermanos y como tales debemos tratarnos unos a otros en esta
casa común que es el mundo.
Salgamos corriendo a
socorrer al necesitado que vive a nuestro lado o al que está lejos como lo hizo
la Virgen María cuando se enteró de que su prima Isabel la necesitaba. Entreguemos
al hermano necesitado en el que también está el Señor nuestro tiempo, nuestra
vida y también nuestro dinero para que logremos un día vivir como hermanos que
construyen la cultura del amor y convierten el mundo en una verdadera familia.
Con mi
afecto y bendición.
+ Juan Antonio, obispo de Astorga
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