HOSPITALIDAD Y DIGNIDAD
17 de enero, Jornada mundial del emigrante y del refugiado
Queridos
hermanos:
Vaya nuestro saludo
afectuoso y fraterno para
los inmigrantes y refugiados que
estáis en España, así como para cuantos trabajáis con alma y vida en estos campos,
tan arduos como gratificantes, de la acción pastoral de la Iglesia: Delegaciones o secretariados diocesanos de migraciones, Caritas , instituciones de la vida consagrada, parroquias,
asociaciones de carácter social. A todos os expresamos nuestra admiración y
gratitud porque sois la mano larga con
que nuestra Iglesia toca cada día la
carne llagada de Cristo en los pobres,
como le gusta decir a nuestro Papa Francisco.
Seguro que la escena de
Jesús, huyendo durante la noche, en brazos
de sus padres, ha revivido con dolorosa
actualidad al contemplar
el drama ingente de
los emigrantes y refugiados, de padres y madres de familia con niños en
brazos, obligados a escapar para salvar
la vida, asumiendo el riego de la inseguridad, de escapar a un país cuya lengua
se ignora, de ser vistos como
extraños o de quedar a meced de la generosidad o de la desconfianza de los otros. Que nuestra
acogida no quede dominada por la desconfianza ni por miedos o estereotipos, a veces interesados,
que nos hacen recelar del que huye o sufre ¿ No hemos visto cómo la escena de los Inocentes,
arrancados de los brazos de sus madres, rotas de dolor, volvía a tomar
cuerpo en la imagen del pequeño Aylan, al que las olas compasivas dejaron en la playa,
o en la de los numerosos niños o adultos
víctimas de los bombardeos, del fanatismo pseudo-religioso o de los ahogados en el mar?
Detrás
de estos flujos, en continuo
aumento, está siempre la inhumanidad de
un sistema económico injusto en que
prevalece el lucro sobre la dignidad de
la persona y el bien común; O la
violencia y la ruina que genera la
guerra, la persecución o el hambre.
“Todos
los días, dice el Papa, las historias
dramáticas de millones de hombres y
mujeres interpelan a la Comunidad
Internacional, ante la aparición de
crisis humanitarias en muchas zonas del
mundo“. Ha sido admirable la generosidad con que las organizaciones de nuestras
Iglesias han respondido a la llamada del Papa para la
acogida de refugiados.
El Santo
Padre recuerda el derecho de toda persona a vivir con dignidad, y proclama, en consecuencia, tanto el derecho a no tener que emigrar como
el de emigrar, así como la obligación de solidaridad entre las personas y las naciones. También
habla de la hospitalidad que posibilita
un enriquecimiento compartido.
Los flujos
migratorios, como nos recuerda el Papa, son una realidad estructural. Por eso,
nos invita, tras superar la fase de emergencia, a una profundización para
entender las causas que desencadenan las migraciones, así como las
consecuencias que de ellas se derivan.
Os invitamos a celebrar el Jubileo de emigrantes y refugiados. El Papa quiere que se celebre en las Iglesias
locales: “Es allí donde
nos encontramos con ellos (emigrante y refugiados) cara a cara
y donde nuestros encuentros
pueden asumir una dimensión
concreta”
“En la raíz del Evangelio
de la misericordia, el encuentro
y la acogida se entrecruzan con el encuentro
y la acogida de Dios: Acoger al otro es acoger a Dios” Así
termina el Mensaje del Papa. Que
la lectura atenta del mismo nos
dé luz y empuje para hacerlo
realidad en cada una de nuestras
Iglesias.
(estracto
de la carta de LOS OBISPOS DE LA CEM)
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