“IGLESIA SIN FRONTERAS, MADRE DE TODOS”
El domingo 18 de enero se celebra la Jornada Mundial de Las Migraciones
En la actualidad son más de 232 millones de personas
que emigran internacionalmente, el 3,2% de la población mundial. En nuestro
país más de 5 millones de nuestra población ha venido de otras tierras y casi
medio millón son jóvenes que han nacido
en España.
El tema de la migración tiene muchas caras: la cara
de los fallecidos intentando cruzar fronteras físicas y mentales, ideológicas y
políticas, las caras de nuestros vecinos que han venido allende el mar y con
los cuales convivimos. Por eso el domingo 18 de enero se recuerda a todos los
emigrantes y refugiados en el Su Santidad desea que todos construyamos una
Iglesia sin fronteras y que se vea que es Madre de todos.
El Papa Francisco nos recuerda en su mensaje
con motivo de esta jornada que “Todo esto adquiere hoy un significado especial. De hecho, en una época
de tan vastas migraciones, un gran número de personas deja sus lugares de
origen y emprende el arriesgado viaje de la esperanza, con el equipaje lleno de
deseos y de temores, a la búsqueda de condiciones de vida más humanas. No es
extraño, sin embargo, que estos movimientos migratorios susciten desconfianza y
rechazo, también en las comunidades eclesiales, antes incluso de conocer las
circunstancias de persecución o de miseria de las personas afectadas. Esos
recelos y prejuicios se oponen al mandamiento bíblico de acoger con respeto y
solidaridad al extranjero necesitado.
Por
lo demás, el carácter multicultural de las sociedades actuales invita a la
Iglesia a asumir nuevos compromisos de solidaridad, de comunión y de evangelización.
Los movimientos migratorios, de hecho, requieren profundizar y reforzar los
valores necesarios para garantizar una convivencia armónica entre las personas
y las culturas. Para ello no basta la simple tolerancia, que hace posible el
respeto de la diversidad y da paso a diversas formas de solidaridad entre las
personas de procedencias y culturas diferentes. Aquí se sitúa la vocación de la
Iglesia a superar las fronteras y a favorecer «el paso de una actitud defensiva
y recelosa, de desinterés o de marginación a una actitud que ponga como
fundamento la “cultura del encuentro”, la única capaz de construir un mundo más
justo y fraterno» (Mensaje para la Jornada Mundial del Emigrante
y del Refugiado 2014).”
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