lunes, 11 de enero de 2016



HOSPITALIDAD Y DIGNIDAD

 



17 de enero, Jornada mundial del emigrante y del refugiado



 Queridos hermanos:
       Vaya nuestro  saludo   afectuoso  y fraterno  para  los inmigrantes y refugiados  que estáis  en España,  así como para cuantos trabajáis con  alma y vida en estos  campos,  tan arduos como gratificantes, de la acción pastoral  de la Iglesia:  Delegaciones o secretariados diocesanos  de migraciones, Caritas , instituciones  de la vida consagrada, parroquias, asociaciones de carácter social. A todos os expresamos nuestra admiración y gratitud porque sois la mano larga    con que nuestra  Iglesia toca cada día la carne llagada de  Cristo en los pobres, como  le gusta decir  a nuestro Papa Francisco.



                   Seguro que la escena de Jesús,  huyendo durante la noche, en brazos de sus padres,   ha revivido con  dolorosa  actualidad  al  contemplar  el  drama  ingente de  los emigrantes y refugiados, de padres y madres de familia con niños en brazos,  obligados a escapar para salvar la vida, asumiendo  el riego  de la inseguridad,  de escapar a un país  cuya lengua  se ignora,  de ser vistos como extraños o de quedar  a meced  de la generosidad  o de la desconfianza de los otros.  Que nuestra  acogida no quede dominada por la desconfianza  ni por miedos o estereotipos, a veces interesados, que nos hacen recelar del que huye o sufre ¿ No hemos   visto cómo la escena de los Inocentes, arrancados de los brazos de sus madres, rotas de dolor, volvía a tomar cuerpo  en  la imagen del pequeño Aylan,  al que las olas  compasivas dejaron  en la playa,  o en  la de los  numerosos niños  o adultos  víctimas  de los bombardeos,  del fanatismo pseudo-religioso  o de los ahogados en el mar? 
       Detrás  de estos flujos,  en continuo aumento, está siempre la inhumanidad  de un sistema económico injusto   en que prevalece el lucro sobre la dignidad  de la persona y el bien común;  O la violencia  y la ruina que genera la guerra, la persecución  o el hambre.
       “Todos los días, dice el Papa,  las historias dramáticas  de millones de hombres y mujeres  interpelan a la Comunidad Internacional, ante  la aparición de crisis humanitarias  en muchas zonas del mundo“.  Ha sido admirable  la generosidad con que  las organizaciones  de nuestras  Iglesias  han  respondido a la llamada del Papa para la acogida de refugiados. 
El Santo Padre recuerda el derecho de toda persona a vivir con dignidad,   y proclama, en consecuencia,  tanto el derecho a no tener que emigrar como el de emigrar, así como la obligación de solidaridad  entre las personas y las naciones. También habla de  la hospitalidad que posibilita un enriquecimiento compartido.
Los flujos migratorios, como nos recuerda el Papa, son una realidad estructural. Por eso, nos invita, tras superar  la fase  de emergencia, a una profundización para entender las causas que desencadenan las migraciones, así como las consecuencias  que  de ellas se derivan.

                    Os invitamos a celebrar el Jubileo de  emigrantes y refugiados.  El Papa quiere que se celebre en las Iglesias locales: “Es  allí  donde  nos encontramos con ellos (emigrante y refugiados)  cara a cara  y donde nuestros encuentros  pueden  asumir una dimensión concreta”
                   “En la raíz  del Evangelio  de la misericordia,  el encuentro y la acogida se entrecruzan  con el encuentro y la acogida de Dios: Acoger al otro es acoger a Dios”  Así  termina el Mensaje del  Papa. Que la lectura atenta  del mismo    nos  dé luz y empuje  para hacerlo realidad  en cada una de nuestras Iglesias.


(estracto de la carta de LOS OBISPOS DE LA CEM)


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